Periódicamente revisa los medicamentos que tomas. Hazlo junto con el médico, la enfermera o el farmacéutico que sean de tu confianza.
Prepara una lista, en la que incluyas todos los productos farmacológicos que estés usando, no solo las pastillas, sino también los colirios, cremas, inyectables, plantas medicinales y otros productos que hayas comprado en la farmacia sin receta.
Una buena forma de hacerlo es sacar todas las cajas de medicamentos del botiquín, bolsa, caja o cajón de los medicamentos.
Si utilizas un pastillero, comprueba que contiene solo los medicamentos que están prescritos y no otros.
Hazlo al menos cada 6 meses y siempre que te prescriban un nuevo medicamento.
Si tomas muchos medicamentos es recomendable que para cada uno dispongas de una ficha u Hoja de Control, donde figuren:
- El nombre del medicamento o producto (marca y principio activo).
- Para qué te lo han recetado.
- El nombre del profesional que lo recetó y la fecha de inicio del tratamiento.
- La dosis del medicamento. Y, si procede, la fecha de modificación de la dosis y los motivos de ese cambio.
- El número de veces y el momento del día en que debes tomar la medicación. Anota también si es en ayunas, o bien antes o después de ingerir alimentos.
- La duración del tratamiento.
- Los problemas más frecuentes que puede causar el medicamento o si es incompatible con otros.
Cuando tengas oportunidad de hacerlo, habla en confianza con tu médico, enfermera o farmacéutico:
- Pregunta qué es cada medicamento y para qué y cómo se supone que funciona.
- Trata de conocer su opinión acerca de la necesidad del medicamento.
- Coméntale:
- Los síntomas nuevos que hayas notado desde que comenzaste con el medicamento, aunque creas que no tienen que ver con la medicación.
- Si consideras que te está haciendo efecto o piensa que es innecesario.
- Si tienes problemas con el uso de alguno de los medicamentos.
- Si te sientes a disgusto, abrumado o incómodo por tener que utilizar algún medicamento.
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